Corriendo hacia lo imposible

Casam7IXEAAi-Bh¿Por qué correr durante treinta y tres horas? Probablemente suene a uno de los imposibles del ser humano. Pero se han visto cosas peores salidas de la imaginación humana. En un capítulo de Mad Men, Don Draper y su jefe tienen que subir (no importa con qué trasfondo) veintitrés pisos por las escaleras. Mad Men es una serie de fumadores y de politoxicómanos de los años sesenta. Y, al llegar al piso octavo, jodidos de agotamiento, los ejecutivos se ¡echan un cigarro!

El guionista responsable pensaría que el tope de un deportista podría ser exponerse a correr todo el puñetero día. Pero la realidad es tozuda y juguetona. Y a veces supera a la ficción. Eso es el ultrafondo. Correr treinta y tres horas solamente está al alcance de una mente desequilibrada. Si además se hace por montañas, el trastorno podría formar parte de un cuadro médico severo.

Albert Jorquera, participante en pruebas de ese tipo, usa su background de periodista para someter al gremio de los corredores de ultradistancia a revisión. Y Lectio Ediciones ha dado soporte a una versión de este viaje al mundo del ultrafondo.

Un viaje a una esfera tan especial necesita de un cariño especial. Siendo Albert un compañero de gremio y un apasionado no falta ese cariño. Si alguien quiere saber qué se define como ultradistancia y mucho de lo que encierra esa caja de sorpresas llamada ‘los límites del ser humano’, Corriendo hacia lo imposible es un estupendo acercamiento. Pero es solo un acercamiento.

Volviendo a la exitosa pero controvertida serie de los publicistas de Manhattan, en muchas ocasiones sus acercamientos a la ficción se quedan en pasos de puntillas. Las tramas de infidelidad y fabulosos proyectos sintetizados en cuarenta y cinco segundos son pellizcos a un pastel. Culpen a los frontmen de la serie. El índice de Jorquera es un pastel al que un repostero como Jordi Roca, especialista en formatos atrevidos, podría haber guiado hacia la generación de una biblia del gremio. En cambio, su producción ejecutiva deja en un aperitivo lo mucho que hay por contar.

No hay decepción. Lo que hay es lectores complicados. Yo tendría cuidado en ofrecer un formato ligero y breve, en momentos hiperbreve, a lectores con un sesgo muy especializado. Lectores practicantes de un deporte intenso y en ocasiones eterno. Pero no soy editor. Y no soy responsable de ver comprimida información básica, técnica, en un par de páginas. Ellos saben más sobre qué vende o qué no tiene recorrido comercial.

El bloque central de la experiencia de Jorquera es un extenso relato seriado. Se trata de una exitosa participación en el ultra del Mont Blanc. Por sí mismo merece doscientas páginas pero convenzan a su editor. Por sí mismo, también es una aventura épica específica, emotiva. Me gusta por ambos motivos. Hay corazón y nervio. Podría haber literatura pero Albert es periodista. Guiño cómplice. Con esos preceptos, es evidente que camina por un alambre sin red.

Incluso habiendo síntesis, hay material suficiente que han dejado escapar. Claro que, cada uno, escribe el libro que quiere y le permiten.

Aún así deja pequeño esos alerones que cuelgan a derecha e izquierda en el índice del libro. El modesto vademecum de las grandes y míticas pruebas se queda como un fichero breve. Una mezcla entre una nota romántica y un post contemplativo para cada prueba legendaria. Nada que no haya sido expuesto ya en los nuevos medios. El acercamiento teórico del otro costado del libro me queda resumido, breve. Introduce términos a lectores que probablemente los hayan leído y reflexionado sobre ellos mil veces.

¿Qué sensaciones deja destripar un libro encabezado por la pasión y nombre y apellido de un amigo?

Cómo me gustaría saberlo. Intentarlo, como correr horas y horas, «no es bueno ni saludable»

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